Recuerda por donde entraste y encontrrás la salida.

Desintegración, fisión, deducción. Cambio de estación. Lloros frente a hogueras, con las botas puestas, bufandas abrigos, chaquetas. No hace tanto frío, no estamos en invierno. Quiero lluvia en primavera, quiero soles en otoño, en invierno nieve seca y cangrejos en verano. Ver el mar entre castaños, las montañas de recuerdos que dejamos entre libros, y dibujos y pasados. Cuando cambias de gafas, no cambias el mundo, si te pones frente al sol, te sobran los motivos para querer dejarlo todo. Si la vida es bella, que idiotas se la quitan para decir que ya vivieron lo que había, que no queda nada nuevo por descubrir, cuando no sabes siquiera, si todo lo que existe es verdad o no. No quiero pensar que todo está mal, o que siempre me hirá bien en todo, porque el todo no existe y la nada es lo mismo. Días lluviosos, para leer tres libros, tomar asiento en el sillón más cómodo, jugar en casa, y ver las gotas pegarse por entrar en la ventana. Día de nadar bajo un cristal, como peces sobre el ma[r]l. Que desayuno todos los días, leche fría y cereales, de los copos media luna, con chocolate rico rico, desvario. Pero sueño cuando sin dormirme, te veo en sueños soñando despierto, por verme sin sueño[s].

No hay color, no hay comparación

Grietas en los labios por el frío

LA nieve crujiendo bajo las botas de pequeño, el agua de los charcos posadita sobre el suelo. Los bocatas de nocilla en las bocas de los niños, la tardes en la plaza con balones y la bici, los días por el patio con pinturas y en el suelo, con muñecos de nieve y tricornios en la bola, patrols verdes, cocheras en el medio, bajos, primeros, carreras de coches pequeñitos de los tuyos que yo no tengo, cocinas de las barbies, tu papa, yo mamá. Un beso, el beso, en tu habitación, sobre la alfombra de la carretera gris, a la izquierda de la cama. Las búsquedas por mi casa, las meriendas, las comidas, las pinturas para dedos sobre mi habitación de los juguetes, con la pared empapelada, para no mancharla. Las granja bajo el pino grande, en resumen, mi infancia. Toda ella teniendote a mi lado, luego te marchaste y creeme que no hay nadie que te eche más de menos como yo. Que alegría saber de tí tras tanto tiempo, que ganas de darte un abrazo de los fuertes, de los nuestros y brindar con nocilla entre tapas de pan bimbo (:

Siempre elige el camino más dificil, alli no tiene competencia.

 

Cantaremos cuentos por las calles de esos que siempre terminan mal. Pero siento tener que anunciar que los papeles principales se agotaron hace tiempo, asique nos resistiremos a ser meros espectadores, a observar desde fuera la escena principal, correr tras las cortinas después del segundo acto y salir por la puerta de atrás para ir a un sitio bonito a mirar las estrellas y poder decirte que me regales la que quiero. Que llegue la lluvia y nos pille en el suelo. Que los truenos nos cacen los sueños, los rapten y torturen para luchar por ellos. Comer de bocata tres días seguidos, perdidos sin rumbo, por montes sin nombre, subir las montañas más altas y mirar, una vez arriba, hacia el cielo, decirle a la luna que se quedó pequeñita, pero que aún así es bonita. Que no crezca en exceso y que sonría sin miedo,[no sin ganas]. Que el sol es muy grande, pero a el nadie la mira a la cara, que si, que tu eres su reflejo, pero es más sincero si puedes mirar dentro. Comer de recuerdos, con flores del campo. Dormir en las nubes, blanditas de esparto en la suela, con nieve tapando, de fuego la lluvia, para acudir al verano. Las noches en vela, con ganas de hablarnos, de gatos de aytos, de risas en largo.