Podré dejar la ventana abierta un sábado que nieve mucho y no temer que entres por la cabeza-corazón, aprovechando un momento de despiste en mitad de un pulso sin ganar inamovible. Será mejor, de todas formas, que me dejes respirar sin ayuda, que te vayas antes de que amanezca y no te acuerdes de mi número, de la cama o de la cara. Prefiero que no quede nada que pueda atarnos y esperar que algún día, en otra ciudad que no es la nuestra, de repente, sin comerlo ni beberlo nos volvamos a encontrar y sea otra vez como la segunda vez que nos vimos y volviste a decirme tu nombre, que vuelva a surgir la intención de desayunar a la doce de la noche y que me invites al mismo rincón 'especial' donde solo será la segunda vez que esté. Eso quiero. Que seamos peces esperando que termine la tormenta. Siendo tormenta sin saberlo a ciencia cierta.
sábado, 31 de enero de 2015
lunes, 26 de enero de 2015
La mejor comida del mundo son las croquetas.
La diferencia entre las promesas y los recuerdos es que solemos romper las promesas, pero los recuerdos nos rompen a nosotros.
lunes, 19 de enero de 2015
Mantén ese neón encendido.
Un día conoceremos la verdad y suplicaremos porque sea mentira, para poder reescribir una y otra vez la historia que nosotros queremos vivir. Sabiendo, desde hace digamos, todos los años que tenemos,que la vida no entiende de gustos, ni de preferencias. Da igual que tu prefieras algo, la vida, la suerte, la muerta, la esperanza, la pasión, todas tienen nombre de mujer.
martes, 13 de enero de 2015
Cuando quemes tus naves no me pierdas las llaves del cielo
Me gustaría, a
veces, poder ponerme mala en el momento justo en el que estás con mucha gente
pero quiere irte para estar a solas.
Pero no puedo. Mis defensas han decido que son más fuertes de lo que pienso,
incluso a veces, mas fuertes que yo. Y tiene gracia, porque creo que soy una
persona bastante fuerte. Me resulta bastante ridículo escribir diarios, y aun
así sigo intentándolo, porque yo, no soy mis defensas. Querría, a veces
también, ser el caballero, que no anda sin un caballo o un par de doncellas y
samas pisándole los talones. Pero no vivimos en una época de caballeros, lanzas
o escuderos, ahora, alguien con un diploma, un montón de horas de biblioteca
tatuadas en el trasero de aquella silla incómoda o una sonrisa de dentista de
un par de miles de euros, son el pase a la final que se busca. Que todos
buscan, porque nadie quiere otra cosa, todos peleamos por tener el mismo final.
Desconocido, y anhelado final, de cuento aún por escribir y que se acabará
convirtiendo en peli, omitiendo detalles que fueron importantes para llegar a
ese final culminante, pero nadie quiere ver las lágrimas del camino, ni los
enfados, ni las caídas. No quieren ver lágrimas de derrota, sino que lloren de
alegría, de felicidad, de entusiasmo. Que se caigan porque les tiemblan las
piernas y no quieren estar en otro lugar en ese momento justo. Eso, no se
enseña en los libros.
sábado, 10 de enero de 2015
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