Yo le enseñaré como desamos al hombre las mujeres, como nos gusta que se intente adelantar a nuestros anredados pensamientos cuando ni nosotras sabemos que es lo que estamos pensando. Que nos regalen un lazo rojo que caiga del cielo, atado a una punta de la cara de la luna. Que se sienten a los pies de la cama y canten a los mirlos que se quedan pasmados en la ventana.
Adiós, la botella de (sangre)cristal, se ha caido al suelo.
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