Huerfanos de patria y corazón

La aduana de crecer nos espera a la vuelta de la esquina, solo quiere reternos y evitar que nos vallamos, más lejos de lo que nos gustaria haber imaginado cuando no levantabamos tres palmos del suelo y queriamos ser princesas, principes o estrellas del cine, firmar autograrfos y salir en la tele. Ser envidiados por todo el mundo y comer nocilla con los dedos manchandote hasta la nariz. Dejar los dientes debajo de la almohada y poner galletas el seis de enero en la ventana. Creo que el verano hace que mi cabeza se llene de más pájaros de lo habitual, todo el dia volando de acá para allá, sin tener nada claro, pero queriendo que todo pase como había imaginado en uno de esos sueños de los que no te acuerdas por la mañana. Tampoco tiene mucho sentido lo que digo, ni lo que escribo, pero mi cabeza es un caos de orden que desconozco, asique no podría pedir perdón por dejar que las palabras se apoderen de mis manos y escriba todo esto que alguien [des]afortunado, encuentre en algun momento de su vida, pero es lo que hay. Buena suerrte marineros, la mar está enbravecida y vuestras mujeres ya están deseando tener en casa. Que bobada lo de un amor en cada puerto, os quieren hasta que esteis en alta mar, y lo sabeis. Las sirenas os tragan la voz y no os importa olvidaros de vivir, porque la muerte os ofrece más riquezas que sufrir en tempestades de verano, con trayos enormes y dioses enfurecidos.
Las muñecas que les comprais a vuestras hijas se adueñan de su alma y las obligan a vomitar cuando no estais delante, a pintarse las uñas del rojo de su sangre y volar con un simple empujón del viento, hacia la libertad del mar.