viernes, 13 de diciembre de 2013
Será el final, si yo no mato el tiempo antes de verte.
Soy el capitán de mis cosas, miro, siempre delante sin contar conmigo. Silvo, si la puerta se despierta antes que yo o de que llegue el sol, que cada día remolonea un poquito más, metido en la cuna, que es el mar. El humo de los cigarros sigue yendo más despacio que la luna por las noches; y al volver a casa me pierdo entre caminos que nunca llegaron a Roma, y miro en el espejo que está rayado y ya no se lee amoR del reves. Es mejor abrir un libro que ponerlo sobre la cabeza. El primer día de mi vida sin ti, no es distinto que el que pasé frente al fin, de poder encontrarme perdida, entre el viento que traen los pajaron enganchados en las patas con buenas noticias para los que fueron demasiado cobardes como para salir a vivirlas en sus propias carnes. Las tazas calientes se rompen si se te caen de las manos y las pinturas, rotuladores y bolis, se quedan ciegos de pensar en silencio lo que nadie había pensado gritar, en medio de tantos susurros.
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